miércoles, 8 de octubre de 2008

Eagle Eye y la sospecha radical

“La cultura de masas de nuestros días –escribe Boris Groys– es, sobre todo, una cultura de la sospecha radical”[1]. Hay algo en el imaginario colectivo –y en consecuencia, en el artístico– que defiende que nuestra realidad o varias de sus partes son tramas escritas por alguien, o por algo, que dirige nuestras vidas desde la sombra. Sigue diciendo Groys, hablando en términos económicos, pero podría el discurso es equivalente en términos políticos, sociales o artísticos, que “el miedo a una oculta manipulación que dirigiese secretamente todo –miedo que tienen todos los implicados en la actividad del mercado– se encuentra demasiado profundamente arraigado como para poder ser anulado de verdad desde una instancia ideológico-crítica” (p. 52). Y pone un ejemplo cinematográfico: “este miedo superficial al fracaso en el mercado presupone un miedo ontológico mucho más hondo: el miedo al sujeto en el espacio submediático, a un sujeto que observa los movimientos del individuos desde más allá de la superficie mediática. Este miedo, por cierto, viene siendo mediatizado directamente una y otra vez en la actual cultura de masas, como recientemente en la película El show de Truman” (ibídem). Sobre El show de Truman ya hablamos en La luz nueva, donde relacionábamos la psicosis colectiva de monitorización con la novela Terapia (2001), de Ariel Dorfman. En la novela de Dorfman se leía: "ellos no saben que yo les creo, que los estoy observando, que no puedo dejar de mirarlos, de vigilarlos. Observándolos de forma insana, sí, esa es la palabra, insana"[2]. A su vez Terapia remitía a los programas de televisión de la serie Gran Hermano, donde televigilancia y simulación de existencia tienen su clímax estructural. Gran Hermano remite a 1984 y la cadena de recurrencias literario/audiovisuales no tiene fin, dándole la razón a Groys. En este numeral de referencias que se hacen eco del asesinato conspirativo de la realidad podríamos incluir la película de Tony Scott Enemigo público (1998), la mayoría de las novelas de Philip K. Dick, toda la serie Matrix de los hermanos Wachowsky (y, en lógica consecuencia, el Neuromancer de Gibson), buena parte del ciberpunk, y en general la larga serie de películas basadas en la idea de la conspiración mediante la sustitución absoluta de la realidad por un sistema maléfico, panóptico y conspirado desde la sombra. El procedimiento sería darle la razón al Baudrillard de El crimen perfecto, que anunciaba o denunciaba (según se esté o no de acuerdo) “la resolución anticipada del mundo por clonación de la realidad y exterminación de lo real a manos de su doble”[3], y pensar que ese doble no es el reduplicativo de los medios de comunicación de masas, sino la creación de un comité del crimen que diseña la nueva realidad resultante. Si no queremos ponernos tan posmodernos, una versión moderada de la teoría la da Román Gubern: “La densa y omnipresente iconosfera contemporánea tiende a reemplazar nuestra experiencia directa de la realidad por una experiencia vicarial e indirecta de la misma, intensamente mediada (y, por tanto, interpretada), en forma de mensajes manufacturados por expertos de las industrias culturales, aunque oculten celosamente su condición filtrada, manipulada o tergiversada”[4]. Menos poético o histérico que lo de Baudrillard, pero mucho más preciso. Nos vale.

A este imaginario cultural –o subcultural– viene a sumarse Eagle Eye (DJ Caruso, 2008, estrenada es España, creo, bajo el curioso nombre de La conspiración del pánico). No pasará a la historia del cine (aunque sí a esa pequeña historia paralela del cine que recoge los mejores efectos especiales y las mejores escenas de acción; técnicamente, hay escenas de persecución asombrosas), pero es significativa por lo que tiene de reverberación de la paranoia conspirativa estadounidense, un género de cine aparte en el que hay varias películas protagonizadas por Denzel Washington y Mel Gibson, y por lo que tiene de homenaje en su final –no podemos decir más sin desvelar parcialmente la trama– a 2001 A Space Odissey de Kubrick. Hay dos tramas, una relativa al intento de asesinato de –adivinen– ¡el Presidente de los Estados Unidos, sí!, y otra línea narrativa mucho más interesante sobre la monitorización absoluta y la videovigilancia total, trama que se sustenta en parte sobre un hiperordenador llamado, curiosamente, ARIA. Una de sus citas: "we are everywhere", estamos en todas partes. Vayan a verla si quieren pasar un rato entretenido, divertirse con algunas escenas espectaculares, reflexionar sobre la porción de la realidad en la que viven de la que pueden considerarse dueños, asustarse la próxima vez que vayan al cajero electrónico y, sobre todo, recordar al salir estos fotogramas de la película de Kubrick:



















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Notas.
[1] B. Groys, Bajo sospecha. Una fenomenología de los medios; Pre-Textos, Valencia, 2008, p. 41.
[2] Ariel Dorfman, Terapia, Seix Barral, Barcelona, 2001, p. 107.
[3] Jean Baudrillard, El crimen perfecto; Anagrama, Barcelona, 1996, p. 41.
[4] Román Gubern, La mirada opulenta. Exploración de la iconosfera contemporánea; Gustavo Gili, Barcelona, 1989, pp. 400-401.

17 comentarios:

El Miope Muñoz dijo...

Excelente texto, Vicente. Veo la película el viernes y comento más a fondo. La idea de Spielberg me parece muy hitchockiana, de hecho, la anterior película del director de Eagle Eye, Disturbia, era una versión de Disturbia. Esta es, sin lugar a dudas, una variación sobre North by Northwest, supongo.

Sin embargo me gustaría añadir a tu lista un par de referencias básicas para la conspiración en el cine: The Parallax View de Alan J. Pakula, también en clave de acción y con el eco del Watergate, en este caso la videovigilancia más primitiva si acaso, todavía resonando. Al lado de este y de modo más discreto Los tres días del condor y Todos los hombres del presidente, pero creo que Parallax es esencial para el thriller conspiranoico de hoy en día.

También en la trilogía Bourne, cuya última entrega llega al cénit de esta idea, se muestra una Europa absolutamente siniestra y controlada por la CIA .

Vicente Luis Mora dijo...

No he visto The parallax view, usted disculpe. Otra película de este tipo que se me había olvidado es "Arlington Road", con Tim Robbins, de 1999.

fantoda dijo...

Siento repetirme, pero creo que nada de esto es nuevo. El sistema panóptico del que hablan todos estos libros y demás productos culturales son un reflejo del "antiguo" concepto de Dios (nada más evidente que la iconografía clásica del ojito y la trinidad) que, como mecanismo de control, siempre ha sido muy útil. Yo también empiezo a "sospechar" que la mencionada teoría de la suspicacia, nacida para desenmascarar a la realidad aparente, está sirviendo(después de haber pasado por el tamiz capitalista) al sistema para generar una especie de paranoia que active los mecanismos de autocensura, es decir; si la intimidad no es posible (o eso nos hacen creer), nos aseguramos también la falta de libertad. En fin, de todos modos, al igual que siempre he cuestionado eso de que Dios fuera "uno y trino", también pongo en duda que la misma superpotencia disociada pueda estar en todas partes y, mucho menos, que pueda controlarlo todo.

Vicente Luis Mora dijo...

Que los superordenadores o Dios te oigan, Fantoda.

Ana dijo...

Muy sugerente el texto y la película "Eagle Eye".

Puedo estar de acuerdo con Fantoda en poner en duda que la misma superpotencia pueda estar en todas partes y que pueda controlarlo todo pero lo que me ha parecido inquietante de la película que recomienda Vicente es lo de "asustarse la próxima vez que vayas al cajero automático".

Me ha inquietado porque en este caso sería el poder económico (el verdadero poder) el que controla hasta el más mínimo detalle de lo que consumes, de lo que deseas, de lo que te gastas, etc.

En los estudios de mercado, como en cualquier estudio con metodología sociológica el código ético subraya que no se debe preguntar ni por el nombre- apellidos ni por el DNI. Desde hace un tiempo te llaman por teléfono de los sitios más variopintos para hacerte una encuesta (no los sitios serios como el CIS) y te pregunta tu nombre y apellidos y tu DNI.

Ya sé que existe la ley de protección de datos pero parece que encuentran huecos por donde colarse. Puede que me impactase la película de Sandra Bullock "la red" y me esté volviendo paranoica.

Estoy de acuerdo que el control ha existido en todas las sociedades. Pero antes había una diferencia entre el mundo rural (con mayor control) y el mundo urbano (menor control, más anonimato etc). Yo creo que esa distinción ya no existe y con los medios tecnológicos se puede controlar en cualquier lugar.

Vicente Luis Mora dijo...

Estimada Ana, aprovecho tu comentario para contar algo que puede explicar o contextualizar este tipo de películas norteamericanas. En USA las cosas no son como en España. Yo en España tenía cierto miedo al control electrónico. Bueno, bastante miedo, por ciertas cosas que he leído y que conté en Pangea. Pero desde que vivo aquí estoy aterrado. Me explico. Cuando voy a ciertos establecimientos de franquicia, o a ciertas cadenas de restaurantes, cuando voy a pagar el camarero o camarera me pregunta: "¿pagará usted con la tarjeta de la última vez, señor Mora?". Si digo que sí, ¡ni siquiera tengo que enseñarla! Me hacen el cargo y punto. A veces voy a establecimientos a los que no he ido, pongamos a comprar unos cedés, y me piden mi número de teléfono. Al principio me extrañaba, pensé que era para hacer con posterioridad encuestas telefónicas o algo así. Pues no. Meten el número de teléfono y les sale en pantalla (en decenas de miles de pantallas por todos los Estados Unidos):
-Mi nombre.
-Mi dirección.
-Mi otro teléfono, el del trabajo.
-Mi trabajo.
-Las cuatro últimas cifras de mi número de la seguridad social estadounidense.
-Si he hecho pedidos o compras anteriormente en establecimientos de la firma, si los pagué a tiempo y con qué medio (cash, cheque o tarjeta de crédito o débito).

¿Miedo exagerado al control? Si esto es lo que sabe de mí la cadena de electrodomésticos Circuit City -lo sé porque he visto la pantalla: no les importa que la veas, incluso te animan a hacerlo por si tienes que corregir algún dato-, ¡imagínate lo que saben las agencias estatales de inteligencia! Y más si eres extranjero, claro. ya me advirtieron al llegar que si el FBI quiere entrar en mi casa para echar un vistazo, puede hacerlo sin orden judicial, después de aquellas oscuras medidas de seguridad que aprobaron una mañana de 2001, sin que los congresistas estadounidenses llegaran siquiera a leerlas. Para más información sobre el tema, véase "Fahrenheit 9/11" de Moore.

Esto me recuerda que se me ha olvidado meter en el post una película clave sobre todo este tema de la monitorización, "Minority Report", de Spielberg, no por casualidad rodada sobre un cuento de Philip K. Dick. En la película, unos sensores situados por todas partes reconocen a los ciudadanos por la pupila. Cada vez que alguien pasa por delante del sensor, se le hacen ofertas publicitarias personalizadas. Ello obliga al protagonista, Ethan, a cambiars e los ojos para pasar desapercibido. Esto daría mucho juego a partir de la metáfora del "ojo de dios" propuesta por Fantoda. Pues bien: sustituye "pupila" por "tarjeta de crédito" y eso, en norteamérica y a día de hoy, ya no es ciencia ficción, Ana. No es distópico. Es la pura realidad.

En Pangea tenía un apartado titulado "¿Privacidad? Defiéndase mintiendo", donde invitaba a disfrazar en lo posible todos los datos que te piden en lugares no oficiales (ojo a esta importante precisión), y dar distintos números de teléfonos, distintas direcciones, distintos mails, etc, de modo que en las bases de datos que algunas agencias de cookies (esos programitas espía que están en todos nuestros ordenadores, y digo en todos) venden a las empresas para enviar publicidad, seas considerado como un "cliente no contrastado", y no te sumen a sus bases de datos definitivas. Sólo si han visto que en varios sitios has dejado el mismo número, el mismo mail, las mismas señas, etc., te incluyen como cliente válido. Pues bien, esa práctica no puede hacerse aquí. El sistema de crédito norteamericano te penaliza si todos los datos no concuerdan siempre. Si vas a una tienda, y la dirección de tu carnet de conducir (que opera aquí como DNI) no casa con la que tienen en su ordenador, no te venden las cosas, o no te las financian. Si quieres comprar por internet y das un teléfono móvil distinto al que diste la primera vez, o distinto al que sus ordenadores le dicen, la página da error y no te deja seguir. Y así todo. Es terrorífico.

Por eso en España se ven como increíbles o sobredimensionadas las paranoias que aparecen en las películas yanquis. Créeme: aquí parecen mucho más plausibles. El control telemático de Eagle Eye asusta aquí principalmente por lo que tiene de creíble y materializable. Por lo fácil que sería borrarnos a todos, de un plumazo, así como a nuestro dinero, con apretar unos botones.

Asustados saludos, Ana.

Álvaro Del Hoyo dijo...

Vicente,

La verdad creo que la cosa no anda muy diferente en el resto del mundo, incluida Europa, pero sí es cierto que la protección de la privacidad este algo menos peor ;-p que en USA.

Bucea en Google, de no ser que fuera el último buscador empleado en tu anterior navegación por la Red ;-) y busca "retención de datos de tráfico y localización", GPS, "Internet of Things", RFID, carnet por puntos y radares,... y verás cómo se alarga el Panoptión europeo.

Te he encontrado buscando información para un post que escribiré sobre RFID que voy a ilustrar con un vídeo de la publicidad personalizada por el iris en Minority Report y con referencia a Eagle Eye, que aún no he visto y espero ver este fin de semana. Gracias por no destripar demasiado.

Por cierto, el FBI puede acceder a toda la información del Comercio por medio de una orden judicial. Busca sobre el conflicto Google y el Sr. Gonzalez en relación con la preparación de la Children Online Protection Act. Mira lo que hicieron el resto de buscadores. Lo mismo pasa con operadores móviles, ISP, bancos,...

Pero tampoco hay que caer en la paranoia ;-p Más que el control gubernamental me preocupa la alienación de la gente en base al marketing directo en los próximos años.

Un saludo

Anónimo dijo...

Otros usos para la realidad, su representación. Además de Parallax View, sugiero The Osterman Weekend/Clave Omega (1983)

http://www.imdb.com/title/tt0086058/

, basada en el segundo libro (1972)de Robert Ludlum

http://www.amazon.com/Osterman-Weekend-Robert-Ludlum/dp/0553264303

, que realmente adquiere toda su dimensión al verse en pantalla televisiva, y que da una muestra de la paranoia tecnológica de la época, en el ámbito de una venganza.

En otro contexto, My Little Eye (2002)es un logrado experimento de montaje, a partir de las imposiciones técnicas de los ángulos de "vigilancia" de una casa Big Brother.

http://www.imdb.com/title/tt0280969/

Sin descartar películas como Días Extraños y su tecnología SQUID, que tuvo muy presente el caso Rodney King en la elaboración de su argumento, todas ellas comparten un horror fascinado que no quiere dejar de mirar el peligro. Las conspiraciones, a veces parecen el mejor antídoto a la posibilidad de que todo sea tan sencillo como no lo es en las vidas de ficción. Un saludo.
--
c.m.

Anónimo dijo...

La vida para los otros. Entre tanto panopticismo digital, uno acaba pensando que existe el pluriempleo inconsciente. Los ciudadanos vigilándonos por nuestro bien, en lo que llamamos horas libres. Pero siempre es interesante comprobar cómo la práctica y la memoria sirven para algo. Incluso en tiempos de GPS como prótesis sustitoria de la intución, (¿GPS como autovigilancia?), los taxistas de Londres han de pasar por un entrenamiento de tres años, -que no llegan a concluir dos tercios de los presentados-. Es lo que llaman “The Knowledge”.

Aparecen referencias en The Book of Dave, de Will Self, y también en Polen, de Jeff Noon, por citar sólo dos novelas de hace poco.

http://www.tfl.gov.uk/businessandpartners/taxisandprivatehire/1412.aspx

Los cerebros de los taxistas londinenses crecen

http://news.bbc.co.uk/1/hi/sci/tech/677048.stm

Más información y más reciente

http://news.bbc.co.uk/2/hi/science/nature/7613621.stm

--

Y también, ya que vuelve sin habernos abandonado la paranoia, recordar One Point O (Paranoia 1.0, 2004)o cómo la leche fresca nos dice algo más que su sabor.


de
http://www.culturalianet.com/art/ver.php?art=24679


Sinopsis:
En una ciudad de un futuro no muy lejano en la que las grandes corporaciones actúan sin límites, un experimento de marketing está siendo llevado a cabo sin que nadie lo sepa: Simon, joven programador, recibe un paquete anónimo aparentemente vacío. Tras deshacerse del envío llega un nuevo paquete. Y después otro, y otro... Comienza a investigar a cuantos le rodean y su paranoia va incrementándose hasta límites insospechados.
Lo que Simon desconoce es que cada vez que abre los paquetes queda expuesto a un virus computerizado, Nanomites Versión 1.0, un experimento desarrollado por una gran corporación que, literalmente, llena su cabeza de anuncios. Pero este virus informático se encuentra en fase experimental y también tiene sus fallos; tantos que pronto tendrá que iniciar una carrera contrarreloj si quiere sobrevivir.
--
c.m.

Anónimo dijo...

(ABEL GRAU, en
EL PAÍS - Sociedad - 10-10-2008)

Internet cambia la forma de leer... ¿y de pensar?

La lectura en horizontal, a saltos rápidos y muy variados se ha extendido - ¿Puede la Red estar reeducando nuestro cerebro?

ABEL GRAU
EL PAÍS - Sociedad - 10-10-2008

Internet ya es para muchos el mayor canal de información. Cada vez es superior el tiempo empleado en navegar, ya sea para leer las noticias, revisar el correo, ver vídeos y escuchar música, consultar enciclopedias, mapas, conversar por teléfono y escribir blogs. En definitiva, la Red filtra gran parte de nuestro acceso a la realidad. El cerebro humano se adapta a cada nuevo cambio e Internet supone uno sin precedentes. ¿Cuál va a ser su influencia? Los expertos están divididos. Para unos, podría disminuir la capacidad de leer y pensar en profundidad. Para otros, la tecnología se combinará en un futuro próximo con el cerebro para aumentar exponencialmente la capacidad intelectual.
Uno de los más recientes en plantear el debate ha sido el ensayista estadounidense Nicholas G. Carr, experto en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), y asesor de la Enciclopedia británica. Asegura que ya no piensa como antes. Le sucede sobre todo cuando lee. Antes se sumergía en un libro y era capaz de zamparse páginas y páginas hora tras hora. Pero ahora sólo aguanta unos párrafos. Se desconcentra, se inquieta y busca otra cosa que hacer. "La lectura profunda que solía suceder de forma natural se ha convertido en un esfuerzo", señala Carr en el provocador artículo Is Google making us stupid? (¿Está Google volviéndonos tontos?), publicado en la revista The Atlantic. Carr achaca su desorientación a una razón principal: el uso prolongado de Internet. Está convencido de que la Red, como el resto de medios de comunicación, no es inocua. "[Los medios] Suministran el material del pensamiento, pero también modelan el proceso de pensar", insiste.

"Creo que la mayor amenaza es su potencial para disminuir nuestra capacidad de concentración, reflexión y contemplación", advierte Carr, a través del correo electrónico. "Mientras Internet se convierte en nuestro medio universal, podría estar readiestrando nuestros cerebros para recibir información de manera muy rápida y en pequeñas porciones", añade. "Lo que perdemos es nuestra capacidad para mantener una línea de pensamiento sostenida durante un periodo largo".

El planteamiento de Carr ha suscitado cierto debate en foros especializados, como en la revista científica online Edge.org, y de hecho no es descabellado. Los neurólogos sostienen que todas las actividades mentales influyen a un nivel biológico en el cerebro; es decir, en el establecimiento de las conexiones neuronales, la compleja red eléctrica en la que se forman los pensamientos. "El cerebro evolucionó para encontrar pautas. Si la información se presenta en una forma determinada, el cerebro aprenderá esa estructura", detalla desde Londres Beau Lotto, profesor de neurociencia en el University College de Londres. Y añade una precisión: "Luego habría que ver si el cerebro aplica esa estructura en el modo de comportarse frente a otras circunstancias; no tiene por qué ser así necesariamente, pero es perfectamente posible".

Lo que queda por ver es si esta influencia va a ser negativa, como vaticina Carr, o si va a ser el primer paso para integrar la tecnología en el cuerpo humano y ampliar las capacidades del cerebro, como predice el inventor y experto en inteligencia artificial Raymond Kurzweil. "Nuestras primeras herramientas ampliaron nuestro alcance físico, y ahora extienden nuestro alcance mental. Nuestros cerebros advierten de que no necesitan dedicar un esfuerzo mental (y neuronal) a aquellas tareas que podemos dejar a las máquinas", razona Kurzweil desde Nueva Jersey. Y cita un ejemplo: "Nos hemos vuelto menos capaces de realizar operaciones aritméticas desde que las calculadoras lo hacen por nosotros hace ya muchas décadas. Ahora confiamos en Google como un amplificador de nuestra memoria, así que de hecho recordamos peor las cosas que sin él. Pero eso no es un problema porque no tenemos por qué prescindir de Google. De hecho, estas herramientas se están volviendo más ubicuas, y están disponibles todo el tiempo".

Oponer cerebro y tecnología es un enfoque erróneo, según coincide con Kurzweil el profesor JohnMcEneaney, del Departamento de Lectura y Artes lingüísticas de la Universidad de Oakland (EE UU). "Creo que la tecnología es una expresión directa de nuestra cognición", discurre McEneaney. "Las herramientas que empleamos son tan importantes como las neuronas de nuestros cráneos. Las herramientas definen la naturaleza de la tarea para que las neuronas puedan hacer el trabajo".

Carr insiste en que esta influencia será mucho mayor a medida que aumente el uso de Internet. Se trata de un fenómeno incipiente que la neurología y la psicología tendrán que abordar a fondo, pero de momento un informe pionero sobre hábitos de búsqueda de información en Internet, dirigido por expertos del University College de Londres (UCL), indica que podríamos hallarnos en medio de un gran cambio de la capacidad humana para leer y pensar.

El estudio observó el comportamiento de los usuarios de dos páginas web de investigación, uno de la British Library y otro del Joint Information Systems Comittee (JISC), un consorcio educativo estatal que proporciona acceso a periódicos y libros electrónicos, entre otros recursos. Al recopilar los registros, los investigadores advirtieron que los usuarios "echaban vistazos" a la información, en vez de detenerse en ella. Saltaban de un artículo a otro, y no solían volver atrás. Leían una o dos páginas en cada fuente y clicaban a otra. Solían dedicar una media de cuatro minutos por libro electrónico y ocho minutos por periódico electrónico. "Está claro que los usuarios no leen online en el sentido tradicional; de hecho, hay indicios de que surgen nuevas formas de lectura a medida que los usuarios echan vistazos horizontalmente a través de títulos, páginas y resúmenes en busca de satisfacciones inmediatas", constata el documento. "Casi parece que se conectan a la Red para evitar leer al modo tradicional".

Los expertos inciden en que se trata de un cambio vertiginoso. "La Red ha provocado que la gente se comporte de una manera bastante diferente con respecto a la información. Esto podría parecer contradictorio con las ideas aceptadas de la biología y la psicología evolutivas de que el comportamiento humano básico no cambia de manera súbita", señala desde Londres el profesor David Nicholas, de la Facultad de Información, Archivos y Bibliotecas del UCL. "Hay un consenso general en que nunca habíamos visto un cambio a esta escala y rapidez, así que éste podría muy bien ser el caso [de un cambio repentino]", añade, citando su ensayo Digital consumers.

Se trata de una transformación sin precedentes porque es un nuevo medio con el potencial de incluir a todos los demás. "Nunca un sistema de comunicaciones ha jugado tantos papeles en nuestras vidas ?o ejercido semejante influencia sobre nuestros pensamientos? como Internet hace hoy", incide Carr. "Aun así, a pesar de todo lo que se ha escrito sobre la Red, se ha prestado poca atención a cómo nos está reprogramando exactamente".

Esta alteración de las maneras de buscar información y de leer no sólo afectaría a los más jóvenes, a los que se les supone mayor número de horas conectado, sino a individuos de todas las edades. "Lo mismo les ha sucedido a maestros, profesores y médicos de cabecera. Todo el mundo muestra un comportamiento de saltos y lecturas por encima", precisa el informe.

Carr insiste en que una de las cuestiones clave es el modo de lectura "superficial" que va ganando terreno. "En los tranquilos espacios abiertos por la lectura de un libro, sostenida y sin distracciones, o por cualquier otro acto de contemplación, establecemos nuestras propias asociaciones, extraemos nuestras propias inferencias y analogías, y damos luz a nuestras propias ideas". El problema es que al impedir la lectura profunda se impide el pensamiento profundo, ya que uno es indistinguible del otro, según escribe Maryanne Wolf, investigadora de la lectura y el lenguaje de la Tufts University (EE UU) y autora de Cómo aprendemos a leer (Ediciones B). Su preocupación es que "la información sin guía pueda crear un espejismo de conocimiento y, por ello, restrinja los largos, difíciles y cruciales procesos de pensamiento que llevan al conocimiento auténtico", señala Wolf desde Boston.

Más allá de las advertencias sobre los hipotéticos efectos de Internet sobre la cognición, científicos como Kurzweil dan la bienvenida a esta influencia: "Cuanto más confiamos en la parte no biológica (es decir, las máquinas) de nuestra inteligencia, la parte biológica trabaja menos, pero la combinación total aumenta su inteligencia". Otros discrepan de esta predicción. La mayor dependencia de la Red conllevaría que el usuario se vuelva vago y, entre otras costumbres adquiridas, confíe completamente en los motores de búsqueda como si fueran el grial. "Lo utilizan como una muleta", señala el profesor Nicholas, que recela de que esa herramienta sirva para liberar al cerebro de las tareas de búsqueda para poder emplearse en otras.

Carr va más allá y asegura que el tipo de lectura "vistazo" beneficia a las empresas. "Sus ingresos aumentan a medida que pasamos más tiempo conectados y que aumentamos el número de páginas y de los elementos de información que vemos", razona. "Las empresas tienen un gran interés económico en que aumentemos la velocidad de nuestra ingesta de información", añade. "Eso no significa que deliberadamente quieran que perdamos la capacidad de concentración y contemplación: es sólo un efecto colateral de su modelo de negocio".

Otros expertos matizan bastante el pronóstico de Carr. El experto en tecnología Edward Tenner, autor de Our own devices: how technology remake humanity (Nuestros propios dispositivos: cómo la tecnología rehace a la humanidad), se suma a la crítica de Carr pero añade que no tiene por qué ser irreversible. "Coincido con la preocupación por el uso superficial de Internet, pero lo considero como un problema cultural reversible a través de una mejor enseñanza y un mejor software de búsqueda, y no como una deformación neurológica", explica desde Nueva Jersey (EE UU). "Sucede como con la gente que está acostumbrada a los coches y a las tumbonas pero entiende la importancia de hacer ejercicio".

En definitiva, científicos como Kurzweil destacan el potencial de Internet como herramienta de conocimiento. "La Red ofrece la oportunidad de albergar toda la computación, el conocimiento y la comunicación que hay. Al final, excederá ampliamente la capacidad de la inteligencia humana biológica. Y concluye: "Una vez que las máquinas puedan hacer todo lo que hacen los humanos, será una conjunción poderosa porque se combinará con los modos en los que las máquinas ya son superiores. Pero nos mezclaremos con esta tecnología para hacernos más inteligentes".





Usuario de 'corta y pega'


Un informe pionero del University College de Londres sobre hábitos de búsqueda de información en Internet distingue mitos y realidades sobre el uso que hacen los jóvenes. Una de las ideas que subyace en todas las conclusiones es que la destreza digital no equivale a destreza informativa, es decir, a saber cómo buscar información y transformarla en conocimiento.

1. Los usuarios jóvenes no suelen comprender bien sus necesidades informativas y por tanto les resulta difícil desarrollar estrategias de búsqueda efectivas.

2. Tienen un mapa mental poco sofisticado de lo que es Internet. No logran entender que se trata de una colección de recursos en red procedentes de diferentes fuentes. Así, los motores de búsqueda, ya sean Yahoo! o Google, se convierten en la primera marca que asocian con Internet.

3. Son en general más competentes con la tecnología que la generación anterior, aunque los adultos se ponen rápidamente al día. Emplean, sin embargo, menos aplicaciones digitales de lo que se cree.

4. Prefieren sistemas interactivos y le dan la espalda al consumo pasivo de información. Prefieren la visual sobre la textual.

5. Son la generación del corta y pega. Abundan los casos de plagios de diversas fuentes en los trabajos encargados.

6. Prefieren, como los adultos, la información despiezada, en vez de textos completos.

7. No son expertos buscadores.

logiciel dijo...

Quedémonos en el paro. Dejaremos automáticamente de ser objeto de acoso y derribo cuando no podamos ser clientes potenciales de ... ¿Marina d'Or?

Saludos

Ana dijo...

Vicente,

Te entiendo con lo de EEUU. Viví allí antes del 2001 y ahora debe ser "aterrador"(ya lo es si vas como turista). Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices de "Minority Report" y no me parecen exagerados ninguno de los ejemplos que pones.

No he leído "Pangea" pero me han entrado ganas. Me parece genial lo de tu apartado "¿Privacidad? Defiéndase mintiendo".

He de confesar que es lo que hago yo en determinadas circunstancias aunque no como en los ejemplos que tu pones.

Lo que me fastidia es que intenten en todos estos estudios de marketing catalogarte con una personalidad determinada (no se permiten las excepciones). Te endosan una determinada conducta en función de las variables sociodemográficas con las que han construido los modelos, tipos ideales (arquetipos.

Algo deprimente y divertido al mismo tiempo me pasó hace unos meses. Me llaman de una entidad para ofrecerme una tarjeta de crédito con unas características determinadas. Yo en una postura de lo más "intelectual" intentó convercer a la operadora de porqué no quería/necesitaba otra tarjeta más de crédito.
Después de más de media hora de un diálogo de sordos me di cuenta que era una teleoperadora (con uno de los convenios más esclavizantes y sangrantes) que estaba cumpliendo con su trabajo que era el asignarme una determinada conducta en función de entre otras variables: sexo, nivel educativo, nivel de ingresos, etc. En ese momento le dije: "Muy bien, te contaré la verdad" y me inventé una personalidad totalmente diferente a la mía pero que yo intuía que estaba englobada en lo que ella esperaba que yo contestara. Efectivo 100%. Me contestó: "Muy bien, lo entiendo".

Me ha gustado la frase de CArlos Maiques "La vida para los otros" en alusión a esa gran película "La vida de los otros".

También muy de acuerdo con que la destreza digital no equivale a la destreza informática. Muchos de mis alumnos de 21 años saben buscar información pero no transformarla en conocimiento. Éste es el reto de la educación del siglo XXI.

Vicente Luis Mora dijo...

Un poco más de terror en tiempo real:

Reportaje en El País

Adiós a la privacidad en la Red
Google Chrome da otra vuelta de tuerca en la acumulación de datos de usuarios
PALOMA LLANEZA - Madrid - 12/10/2008

El lanzamiento del navegador de Google, Chrome, ha reabierto el debate de la privacidad en Internet en lo que parece una última vuelta de tuerca en la integración de servicios y recogida de datos de sus numerosos usuarios.

El lanzamiento del navegador de Google, Chrome, ha reabierto el debate de la privacidad en Internet en lo que parece una última vuelta de tuerca en la integración de servicios y recogida de datos de sus numerosos usuarios.

La presentación en sociedad del Chrome, competencia directa del Firefox (también apadrinado por Google a través de la Fundación Mozilla), vino acompañado a partes iguales de alabanzas en cuanto a las mejoras de uso y de críticas sobre su política de contenidos y de protección de datos. Mientras la primera, que otorgaba a Google derechos sobre los contenidos, fue retirada, la relativa a la protección de datos sigue remitiendo al usuario a su Centro de Privacidad, donde se establecen unas condiciones genéricas y poco claras de lo que Google o las empresas de su grupo hacen o pueden hacer con nuestros más que personales datos.

No importa si el usuario está abriendo una bitácora en Blogger, subiendo un vídeo a YouTube, usando un editor de textos en Google Docs, almacenando su historial médico en Google Health o instalando el Chrome, todos acaban en el puerto californiano que es este centro de privacidad que sólo reconoce la jurisdicción de Mountain View, Estados Unidos, y en donde no se sabe muy bien qué se hace con los datos.

El negocio de los datos es mucho más rentable de lo que un usuario poco informado pueda pensar. Un dato aislado no vale nada; los datos que un usuario genera al usar todos estos servicios no tienen precio. Su cruce permite saber qué busca, cuándo y desde dónde se conecta, con quién habla y de qué, dónde pasará las vacaciones o si va a asesinar a su cónyuge, como en el caso de Melanie McGuire, descubierta y condenada a cadena perpetua por haber tenido el desliz de buscar en Google "veneno indetectable".

Cuantos más datos se cruzan más preciso es nuestro retrato digital. Por eso, la legislación española y comunitaria, que Google no aplica a sus usuarios españoles, prohíbe la cesión de datos entre empresas del mismo grupo sin consentimiento, obliga a las compañías a decir qué información tiene de sus usuarios y para qué la usa, cancelándola cuando ya no es necesaria. Todo ello para que el dueño de este retrato holográfico decida qué permite que se haga con sus datos y qué no.

Esta queja sobre la política de privacidad de Google no es nueva. Ya en julio de 2007, la ONG británica Privacy International elaboró una clasificación mundial y colocó a Google a la cabeza de las empresas poco respetuosas, a la que calificó de "hostil" con la privacidad. Identificó a Google como la menos respetuosa entre nombres tan conocidos como Amazon, Microsoft, eBay, Myspace o la BBC. Observó varias posibles infracciones, como la retención de datos de usuarios durante largos periodos de tiempo sin la posibilidad de cancelarlos o borrarlos, o la de no informar del uso que se da a los mismos. El informe mantenía que Google retiene no sólo datos de búsqueda de los últimos 24 meses o los de navegación cuando se utiliza la Google Toolbar (esa barra de búsqueda que se puede instalar en cualquier navegador), sino los facilitados por el propio usuario voluntariamente -al darse de alta en algún servicio- o involuntariamente -mediante los logs (registros) de búsquedas que permiten identificar personalmente al usuario-. El informe le reprocha no cumplir la propia normativa estadounidense de privacidad.

Pero el juego con los datos privados en Internet no es exclusivo de Google. Pocos usuarios de Blogger, de los que cuelgan sus fotos en Flick o sus vídeos de YouTube o hablan con sus amigos a través de Facebook o Twitter, han leído las condiciones de uso de estos servicios. La mayor parte de ellas, que incluyen las de tratamientos de datos de carácter personal, están en inglés y sujetas a la legislación estadounidense. Las traducciones al castellano, como indican en Facebook, se ofrecen sólo a "título informativo". Precisamente, la Information Commissioner's Office de Reino Unido inició, antes del verano, una investigación a raíz de una queja de un usuario de Facebook que fue incapaz de borrar su información a pesar de haber cancelado su cuenta. Las quejas sobre Facebook también afirman que recoge información sensible sobre sus usuarios y la comparte con otros sin su permiso.

Protegerse y compartir información sólo con quien uno quiera es difícil pero no imposible. El International Working Group On Data Protection in Telecommunications ha publicado unas recomendaciones para que el usuario de redes sociales intente proteger su privacidad sin morir en el intento. Parafraseando el eslogan de Google: Don't be fool, be informed (No seas tonto, infórmate)."

Ana dijo...

Pues si, es terrorífico. Pero, como todos los cambios sociales no hay que demonizarlo sin más. Todo tiene su parte buena y mala.

En éste como en otros ámbitos estamos en transición de un modelo a otro. Lo que interesa es que el poder político (vía legislación) controle al poder económico(en este caso a empresas como Google).

A mí lo que me parece escalofriante no son los cambios sino que el poder económico se convierta en un Gran Hermano sin control del poder político.

Anónimo dijo...

He visto la película y me recuerda a un capítulo de la serie "Alfred Hitchcock presenta".No sé exactamente el título. Para mí hay una similitud clara entre ambos.En la película un ciudadano con una vida normal se convierte, por una serie de acontecimientos que escapan a su control, pero que están perfectamente encaminados y calculados,en un proscrito. En el capítulo de Hitchcok igual, pero el hombre acaba convirtiéndose en un asesino a sueldo.La diferencia fundamental es que en hitchcok el artífice de todo es humano, mientras que en la película es una máquina.También tiene tintes de Matrix.
Por lo que cuentas de que el FBI pueda entrar sin orden judicial en tu casa,me recuerda, para poner un toque de humor, al pasodoble a la ley Corcuera de la chirigota "los borrachos" del Yuyu.Escuchadlo es muy divertido.Saludos.

Anónimo dijo...

Es posible que no sea su lugar del todo. Pero ya que estamos fuera de actualidad, os propongo ver este vídeo de Grace Jones, por aquello de la situación, del peligro y del miedo; con un título que se va explicando en la letra:

En el vídeo de Nick Hooker, Jones aparece convertida en un insecto eléctrico, casi un alien de ferrofluido, y un poco de Elsa Lanchester en La novia de Frankenstein.Una visión de la araña Anansi?

http://www.youtube.com/watch?v=dbdtXJp4bO4&feature=related

No sé si aquí tiene más calidad de imagen

http://www.kanyeuniversecity.com/blog/?em3106=208747_-1__0_~0_-1_10_2008_0_0&em3281=&em3161=

O esta de la página del director, Nick Hooker

http://www.nickhooker.com/video/grace.html

otras canciones


Grace Jones, Hurricane 1, edit

http://www.youtube.com/watch?v=-lR3-xAE9R4&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=x9UCYOTFsJ0&feature=related



Más info:

http://www.myspace.com/gracejonesofficial


Entrevista para Sunday Observer

http://www.guardian.co.uk/music/2008/oct/12/grace-jones-hurricane

En Dazed&Confused, fotografiada por Chris Cunningham

http://www.dazeddigital.com/ArtsAndCulture/article/1273/1/Chris_Cunningham_Photographs_Grace_Jones_for_DC

Más fotos de la sesión

http://nicolaformichetti.blogspot.com/2008/09/dazed-confused-nov-08-out-soon.html


Corporate cannibal

Pleased to meet you.
Pleased to have you on my plate.
Your meat is sweet to me.
Your destiny, your fate.
You’re my life support.
Your life is my sport.
I’m a man eating machine.
I’m a man, a man eating machine.
You won’t hear me laughing
as I terminate your day.
You can’t trace my footsteps
as I walk the other way.
I can’t get enough prey, pray for me
I can’t get enough prey, pray for me
Corporate cannibal, digital criminal
I’m a corporate cannibal, (digital criminal)
Corporate cannibal, eat you like an animal.
Employer of the year,
grandmaster of fear.
My blood flows satanical,
mechanical,
masonical
and chemical.
Habitual ritual,
I’m a man eating machine.
I’m a man, a man eating machine.
I deal in the market
Every man, a woman, a child is a target
A closet full of faceless
nameless
pay more for less
emptiness
I’ll make you scrounge in my executive lounge
You’ll pay less tax but I will gain more back
My rules you fools
We can play a money game
greed game
power game
stay insane
Lost in this cell, in this hell
slave to the rhythm
of the corporate prison.
I’m a man eating machine.
I can’t get enough prey, pray for me.
I can’t get enough prey,
Corporate cannibal, digital criminal.
I’m a corporate cannibal, Corporate cannibal (A digital criminal)
Corporate cannibal, eat you like an animal.
I’ll consume my consumers
with no sense of humor.
I’ll give you a uniform chloroform,
sanitized,
homogenized
vaporized… you
I’m a man eating machine.
I’m the spark that’ll
make the world explode.
I’ll make the world explode
Corporate cannibal,
digital criminal.
Corporate cannibal,
digital criminal
eat you like an animal.
--
Curioso post en The Pinnocchio Theory sobre el disco, el metal líquido, las señales eléctricas y el capital

http://www.shaviro.com/Blog/?p=653

un saludo a vista de pájaro.
--
c.m.

logiciel dijo...

O el colmo de la trivialización de la intimidad:

http://www.smsenviado.com/moviles/index_es.htm

Ps: No sé si funciona. Espero que no.